La vida laboral de un trabajador por cuenta propia difiere de la de uno por cuenta ajena. Pero las enfermedades, accidentes o periodos de poca actividad afectan a todos y quizá repercuta mucho más en el caso de un autónomo dado que puede influir en su actividad económica. De cara a la Seguridad Social tampoco debería haber diferencias, pero sí que las hay, y esto afecta a la vida diaria de los autónomos. Cualquier trabajador que se dé de alta en la Seguridad Social o en su Régimen Especial de Trabajadores Autónomos (RETA) cuenta con prestaciones del Servicio Nacional de la Seguridad Social. Tanto los que trabajan por cuenta propia como los que lo hacen por cuenta ajena disfrutan de las mismas prestaciones por asistencia sanitaria, incapacidad temporal o permanente, maternidad, jubilación y desempleo. El coste de esta cobertura pública es la cotización mensual, es decir, la cuota de autónomos que se paga cada mes. La prestación que recibirías si sufres un percance varía dependiendo del supuesto y de la base reguladora del trabajador en cuestión. Tanto en los casos de incapacidad, como en los de jubilación o pensiones de viudedad la cuantía que se recibe se obtiene aplicando una serie de porcentajes a la base reguladora. Seguros como el de baja laboral, accidentes o jubilación, por ejemplo, son especialmente recomendables para cualquier autónomo de modo que le permitan complementar sus prestaciones públicas.